
“El Vanity”, fue una intervención cultural realizada para el Seminario de Incomunicaciones con el Prof. Dorian Lugo. Esta intervención está constituida a su vez de otras formas emergentes, entre ellas: “performance”, foto instalación e instalación. Tuvo lugar en la Sala Multiusos de la Biblioteca de la Escuela de Comunicación en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras.
La instalación, redundantemente se instala a lo que ya está, persigue entablar una relación especifica con el objeto a la vez que recita, escenifica las coordenadas de tiempo y espacio del espectador que interactúa con la pieza. La presencia del espectador es parte de la pieza, a su vez la temporalidad parte de la pieza misma y su relación con el espectador.
Según Amelia Jones en el texto Body Art: Performing the subject, en la realización de un performance el cuerpo del ejecutante es foco de atención y puede ser un trabajo fotográfico que haya realizado con su propio cuerpo.
Partiendo de estas definiciones podemos reconocer que la pieza de arte titulada “El Vanity” cumple con estas características. Dado a que la instalación fue creada para el espacio de la sala Multiusos, queriendo recrear un “tocador de mujer”. Pero no un simple tocador de mujer, si no uno que con características especificas deconstruyera, según Derrida, el imaginario de la belleza popular femenina.
De igual forma a través de la realización del performance, que tuvo lugar en el bar “El Moderno”, donde las mismas realizadoras de la instalación, decidieron escenificar la mujer que utilizaba ese “Vanity”, con el mismo enfoque de deconstruir el imaginario de la belleza femenina según la cultura popular. Esto fue logrado a través de sus ropas, sus maquillajes excesivamente saturados, el consumo de drogas lícitas y poses “poco estéticas” para una lente de cámara que se encontraba bajo el efecto del “gaze”, según Mulvey, con una mirada masculinista. Todos estos elementos echaban abajo el imaginario de la belleza según la cultura popular porque al igual que en la instalación los elementos integrados marcaban lo vulgar, saturado, “kitsch”, ordinario y todo lo que pudiese ser, excepto bello o estético, según el concepto de belleza popular.
“El Vanity”, como forma emergente e intervención cultural es un trabajo que contiene
marcas y paralelismos. Roman Jakobson estableció que marcas son:
“Los conceptos principales que subyacen en este principio son la correlación y la jerarquía. Dos elementos mutuamente relacionados se comparan en lo que se refiere a la información que transmiten.
En el “El Vanity” se pueden identificar varias marcas y respectivos paralelismos entre ellas: el color rojo que se encuentra en muchos objetos de la instalación como en la ropa interior, en los manteles, en los maquillajes, y en la vela que representaba un pene, entre otras. Este color es equivalente a la seducción, o la pasión femenina entre otras posibilidades. Otra marca en el trabajo lo era, la representación de los vicios legales, como por ejemplo, el alcohol y el cigarrillo, ambos se encontraban en las fotografías y en la instalación. Estas drogas pueden ser paralelas a la enajenación que esta mujer que se maquilla en “El Vanity”, se somete para olvidar sus penas en el alcohol, por ejemplo. Los olores son marcas que dicen presentes, tanto en la instalación como cuando se visitó el bar “El Moderno”. El olor a cigarrillo, es paralelo o equivalente al efecto enajenante que quiere crear su usuario, pero, a la misma vez, es un objeto y un olor que no es nada femenino, es casi como si fuera una equivalencia de masculinidad, de la macharranería. El vacío y la ausencia son marcas que se destacan en esta pieza, falta alguien en “El Vanity”, alguien que se esté maquillando, alguien que duerma en la representación de la cama manchada. Esta marca es un equivalente a la soledad, a la tristeza y a la melancolía que pueda sufrir esta mujer u hombre que es propietaria (o) del “El Vanity”. Las fotografías son marcas que se encuentran tanto como en cartel de presentación, como en la foto instalación alrededor del espejo, como en un marquito en “El Vanity”. Equivalen a la fragmentación del cuerpo, de esta forma se descontruye el cuerpo sexual de la mujer. Estas son equivalencias de representaciones de lo que puede ser ese cuerpo. En la foto que se encuentra en un marquito en “El Vanity”, vemos a esta mujer tratando de seducir a su hombre. Encontramos aquí un paralelismo que presenta la sensualidad, los deseos de esta mujer. A través de estas fotografías la mujer se ve cosificada, convertida en uno o en muchos objetos para el consumo capitalista, según G.Lukács. El aparente desorden o “revolú” es otra marca que se puede ver, tanto en el collage de las fotografías como en el orden de los objetos en la mesa, esto es equivalente a la saturación que esta mujer constantemente ejemplifica a través de su maquillaje o sus ropas y los colores que utiliza.
Podemos ver también “El Vanity”, en tanto a mueble, como el elemento que más marca la pieza. Este mueble tiene una equivalencia que es paralela a un altar, altar donde se celebra el ritual de la belleza. No cabe duda que este trabajo es uno muy marcado, con múltiples interpretaciones de equivalencias y paralelismos.
Si buscamos encontrar la poética de un trabajo es importante tener en cuenta las marcas y paralelismos en un nivel formal, porque estos implican equivalencias en formas y en contenido. Las equivalencias en forma de la poesía o de sonido van a implicar equivalencias de significados. Esta poética o metáfora afinadora podría ser: “El ritual femenino” o “Culto a la no belleza establecida”.
Para M.M. Bajtín los textos establecen diálogos. La intertextualidad dialoga, es sacar cosas que se habían asumido. Es un estudio del texto en el texto. Un texto que se sale de él mismo, y que está dialogando con otros. Cuando se marcan intertextualidades, se retoma el asunto donde este otro texto lo deja.La instalación “El Vanity” dialoga intertextualmente con varias intervenciones culturales discutidas en clase. En primer lugar la pieza misma utiliza una intertextualidad, lo es el diálogo la canción La Tirana, de La Lupe. En esta intertextualidad, dialogan los elementos de la soledad y melancolía que abundan en esta pieza. Además que en cierto modo La Lupe, a través de su canción La Tirana, relata la historia de esta posible mujer y su posible situación amorosa.
En relación a las intertextualidades culturales discutidas en clase podríamos ver “El Vanity” dialoga con la instalación de Pepón Osorio, “En la barbería no se llora”. Esta pieza dialoga con la antes mencionada porque ambas tratan la construcción de un género, ya sea el femenino o el masculino. Hay una equivalencia de diálogo en relación a los objetos o artículos que componen las piezas, Artículos que dialogan la feminidad y artículos que dialogan la masculinidad. Otra intertextualidad encontrada es el diálogo que se puede ver entre la foto-instalación de “El Vanity” y “Daiquiri de melocotón” de Rosa Irigoyen. Ambas piezas dialogan en tanto a que presentan el cuerpo de la mujer, desmembrado, sacado de contexto. En la obra de Aarón Salabarrías Valles, “Paraíso terrenal, 2001”, podemos encontrar otra intertextualidad en tanto que dialoga con la saturación de colores y lo “kitsch” que se pueda leer en ambas piezas de arte. Encontramos también que en la pieza de arte de Paloma Todd, “Llanto de Luna... o la vida como un bolero” se encuentran diálogos intertextuales con “El Vanity”, a través de los cuerpos incompletos, que presenta Todd y los ojos que son marcas en su pieza, podemos ver como se establece el diálogo cuando en “El Vanity” son también marcas que apuntan a la construcción o deconstrucción de lo femenino. Finalmente, vemos que la instalación establece un diálogo con “Orlan” la mujer francesa que se mutiló la cara a través de cirugías anta- estéticas. Ella era un collage viviente que utilizaba marcas estéticas que no tenían como resultado una combinación bella, utilizaba estrategias desfigurantes. Vemos como el collage que se presenta en la instalación establece un diálogo con “Orlan” a través de las fotografías que se presentan. Estas fotografías combinan una serie de marcas que en su totalidad no conforman estética bella, del mismo modo las fotografías son desfigurantes porque ilustran partes desmembradas del cuerpo.
Al incluir el componente de política en esta instalación es pertinente hacer referencia a Luce Irigaray, en This sex wich is not one, (Este sexo que no es una) nos expone a una teoría feminista, partiendo de que la mujer no es una sola cosa, no es lo que nos han hecho creer. Sin embargo, para Irigaray la mujer ha sido construida como incompleta, le falta algo. La vagina ha sido vista como un pene, desde la mirada patriarcal, Contrario a positivarlo, prefiere potenciar el prejuicio.
“This organ which has nothing to show for itself, also lacks a form of its own, and if woman takes pleasure precisely from this incompletes of form which allows her organ to touch itself over again, indefinitely, by itself, that pleasure is denied by a civilization that privileges phallomorphism.” (L. Irigaray)
La construcción de lo femenino, en esta instalación también está incompleta, porque le hace falta algo, el otro sexo. En la instalación encontramos una mirada que reflexiona sobre su propia construcción de la femineidad, se cuestiona su sexo y lo potencia con diferentes objetos, que al tratar de feminizar “El Vanity”, logran potenciar lo femenino como la otredad. También como la différrance, porque nunca puede se puede conceptuar lo que es, si no evidenciar lo que no es y “El Vanity” no es otra cosa que la construcción de la mujer bajo un imaginario femenino de acuerdo a una cultura popular que nace de una figura patriarcal. Por lo tanto su construcción femenina tiene que verse a través de la potencialización a través de objetos y conceptos que determinan su feminidad.Como el órgano sexual de la mujer no es uno solamente, no puede ser cuantificado, la sociedad patriarcal no puede entender que ella es muchos órganos sexuales, termina por no reconocerlos, por enfatizar en ella la decadencia o falta de miembro, lo que la lleva a ser reconocida como “el sexo que no es una”. De esta forma vemos como nuevamente, al la sociedad no reconocer la complejidad del sexo de la mujer la obligan a reconocerse como el sexo que no es ella, como la diferencia, la otredad. En esta instalación trata de potenciar todos esos sexos que esta posible mujer tiene y se tratan de mostrar todos esos posibles cuerpos que puede tener la mujer, por medio de la desmembración del único sexo que es la mujer como un todo, según la sociedad patriarcal. Por medio de las fotografías que se presentan en el collage, de la foto-instalación. Las manos, la boca, los ojos, el pelo, los pies, son partes que constituyen los “otros sexos que tiene la mujer”. En la instalación se le da reconocimiento y nombre a los otros cuerpos y sexos que tiene la mujer, pero todo esto siempre condicionado y mediado por la sociedad patriarcal que siempre lanza su mirada destacando la ausencia del pene.
Es pertinente destacar la presencia de los rasgos de la parodia según teoriza Linda Hutcheon, para ella la parodia es definida como:
“An important way for modern artists to come with the past thorugh ironic recoding or, in my awkward, “trans-contectualizing”. Its historical antecedents classical an Renaissance practices of imitation, though with my on difference and distance from the original text or set of convencionalism. Para Hutcheon la parodia es la estructura diferencial de repeticiones que crea el efecto de diferencia. Esto lo podemos evidenciar en la instalación en la medida que la belleza es parodiada según esta teoría de diferencia. La belleza que se presenta en “El Vanity”, es desconocida, es la diferencia de la belleza en la sociedad de la cultura popular patriarcal. Según Hutcheon la parodia puede ser disruptiva y desestabilizante a la vez que subversiva. En la instalación vemos como se desestabiliza el concepto de la belleza femenina, agregándole la presencia de lo “kitsch”, de la exageración, de lo saturado, de lo vulgar, y de cierta forma utiliza todo lo opuesto al concepto de la belleza.
Según Hutcheon, la unidad, y la diversidad han sido reemplazadas como elementos por la indecibilidad de la différance. Esto puede verse reflejado en la instalación en la medida que los elementos que se utilizan en la pieza no pretenden unificar un concepto, si no todo lo contrario, llevarlo a su no coincidencia, a su no identificación a través de la decosntrucción.
Finalmente para Hutcheon la parodia es la apropiación del pasado o la historia, que se cuestiona lo contemporáneo por medio de la referenciación del mismo a través de diferentes pares de códigos. Es una forma de establecer la continuidad que de por sí misma tiene implicaciones ideológicas.
“El Vanity” toma elementos del pasado o de la historia en la medida que presenta la interrogante de la belleza femenina, porque para cuestionar el concepto de la belleza tiene que remontarse en lo que la sociedad contemporánea (actual) tiene como idea preconcebida. Utiliza como referencia este concepto y lo codifica a través de las marcas identificadas previamente para que el espectador puede señalar cual es la ideología que se le está presentando. En este punto Hutcheon dialoga con Frederic Jamenson, porque el “pastich” según él lo define, hace referencia al pasado también, pero de una manera fetichizante y espectaculizadora.
Esta parodia de la belleza femenina también puede inducirnos a observar una diferente construcción de lo que podría ser una mujer fatal. La mujer fatal ha sido usualmente descrita como la seductora y la devoradora de hombres, construida de belleza y seducción. A lo largo de la historia del arte han existido mujeres fatales como: Salomé, Cleopatra, Gatubela y otras. Para Martha Kingsbury hay una particular teoría concebida de esta mujer fatal:
“The particular configuration of the femme fatale in the visual arts at the end of the nineteenth century includes frontal presentation, erect posture (sygnifying a threatening power), lowered eyelids, sometimes a partially opened mouth, thrown-back head, and long flowing hair. One might add full sculptured lips, smouldering gaze, and a color range dependent on low values, intense hues, and frequent use of hot colors, to this list. Fused in a single image, these characteristics form an orgasmic vision; if you will, an erotic swoon.”“Many of the works I selected as portarying the femme fatale emphasize, precisely that moment of abandonment in the sex act- a loss of self- awareness following the conscious seduction of the male. The petite morte of the orgasm exhibited in Munch´s painting, moreover, shows her, according to this autor, in the grip of a Sabihan Life Force, and expresses the idea that a woman´s erotic power can destroy her as her male victims.” La mujer fatal es presentada como la mujer de postura erecta, retante, de boca semi abierta, ojos acentuados, cabeza echada hacia atrás, cabellos sueltos, labios delineados, utiliza colores calientes, en una sola visión es una fusión orgasmica. En la instalación “El Vanity” fue deconstruído, desestabilizado y parodiado el concepto de la belleza femenina, como resultado tenemos la mujer fatal, según Kingsbury. Carlos Reyero en su libro: “La apariencia e identidad masculina”, comenta que:
“la mujer fatal adquiere unos caracteres tradicionalmente considerados masculinos, tales como la fuerza, la dominación o el poder, que otorgan a la imagen del ser femenino una apariencia a menudo andrógina, e incluso en ocasiones, masculina.”
Podemos ver entonces como detrás de la alegada sensualidad y sexualidad presentada a través de la belleza femenina que es presentada en “El Vanity” existe una masculinización de la mujer en tanto a que adquiere poder, fuerza, dominación. Si tomamos esta teoría como referencia, podríamos evidenciarla con la marca del cigarrillo y el alcohol. Estos son vicios que culturalmente son propios de la construcción masculina. Finalmente podemos llegar a la conclusión de que la belleza femenina y la feminidad, entre otras posibilidades están condicionada, (según Derrida y sus oposiciones jerárquicas) y dialoga con la construcción del género masculino hasta el punto de marcar la construcción del género femenino con huellas masculinas.